Estamos en una etapa en la que la organización proletaria tiene que estar al rojo vivo, ya que la desigualdad social por la que estamos atravesando, así como las precarias condiciones de vida que el trabajador del campo y la ciudad está sufriendo, así lo ameritan. Sin embargo, mientras el pueblo es hundido cada vez más en condiciones de miseria, México atraviesa el más grande circo de la vida política, el cual, sin duda, es producto de la falaz democracia capitalista que, como se sabe, está controlada por los grandes chacales de la sociedad y los verdugos del imperialismo; ellos y no nosotros son quienes definirán al próximo tirano que, como los anteriores, seguirá robando lo más sagrado del proletariado: la libertad y la dignidad.

Las elecciones que se llevarán a cabo en nuestro país este año (por cierto, las más caras del mundo), son el gran derroche económico que, en cierto sentido, aumenta de forma importante los grandes gastos nacionales, eleva los impuestos, la inflación y el costo de los insumos, lo que deja al pueblo en general con las bolsas vacías y con una canasta básica cada vez más empobrecida. Como suele pasar cada periodo electoral, la propaganda de los partidos políticos infesta todas las calles, plazas, escuelas, avenidas y, desde luego, los espacios de prácticamente todos los medios masivos de comunicación (televisión, radio, periódico, Internet), aumentando así el gasto que éstos, los partidos, realizan para poder obtener un mayor apoyo popular.

Ante esto la organización es lo único que nos servirá para descomponer su circo de mentiras. Somos ciudadanos, nos organizamos y no votamos; aumentemos la participación política en el país pero con la creación de auténticas instituciones democráticas en las cuales no existan ni mayorías ni minorías, sino sólo el consenso y la participación simétrica (igualitaria) de todos y cada uno de los involucrados.

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